viernes, 25 de noviembre de 2011

“Sediziose voci, voci di guerra”: Mi discografía de Norma I


Empezaremos el apartado de críticas discográficas con la más famosa de las óperas de Bellini. Deseo aclarar, una vez más, que se trata de una opinión estrictamente personal. No soy entendida en técnica de canto, y como tal no pretendo hacer una crítica estilo periódico o revista especializada. Se trata de una cuestión de gustos y de sensibilidad individual.




Es imposible hablar de las intérpretes de Norma sin mencionar a Callas. Fue el papel que más cantó (89 funciones) y para mí es uno de esos momentos rarísimos de la historia de la ópera en el que cantante y personaje se funden en una sola entidad y el intérprete absorbe las características del personaje de forma tan absoluta y perfecta que logra dejar una marca indeleble en la memoria colectiva. Callas ES Norma, es la medida con la cual comparamos a todas las demás que hayan cantado la sacerdotisa, antes y después de Callas. Otras podrán cantar de forma bellísima "Casta Diva", o la cabaletta, incluso de forma más convencionalmente bella que Callas. Pero nadie tiene esa capacidad increíble de fraseo, esa forma de articular cada palabra con el énfasis perfecto para que alcance su máximo significado. Nadie nos despierta un sentimiento de solemnidad casi religiosa en “Sediziose voci, voci di guerra” como ella. Nadie más consigue imprimir el pathos, la ira y la desengaño de “No, non tremare” y de “O di qual sei tu vittima” o alcanza una calidad sobre-humana en el “Vanne, sì, mi lascia indegno”. Nadie ha cantado un “Dormono entrambi” más desgarrador ni hace que nos duela el corazón quando pronuncia “Son miei figli” como Callas. Es la más temible y despiadada en “In mi aman alfin tu sei” y la más dulce y estoica “Qual cor tradisti” de la historia del disco. En mi opinión es la única que compone de forma totalmente convincente este personaje, con todas sus contradicciones y peculiaridades. Porque Norma es a la vez una mujer extremamente poderosa y extremamente frágil. Dulce en el amor y temible cuando se descubre traicionada, que al final acaba sacrificándose por un hombre que la ha engañado. Una Medea edulcorada, vamos.

La versión más famosa y difundida es la grabación en estudio para la EMI de 1954, con Serafin dirigiendo la orquesta de la Scala. La sostienen Callas y Serafin, porque los otros son de pena penita pena. Mario Filippeschi tiene un timbre infelicísimo y más que cantar, grita. Sus medios vocales son claramente insuficientes para resolver este papel ya de por sí ingrato y difícil. Ebe Stignani, antaño gran cantante, ya estaba demasiado mayor para interpretar a una jovencita. Su avanzada edad no se refleja apenas en la voz, que está desgastada y vacilante en muchos momentos, pero también en su estilo interpretativo, ya bastante datado, por lo que los duetos con Callas quedan bastante raros. Se nota perfectamente que vienen de dos escuelas de canto distintas y tienen formas de concebir la interpretación casi polares. De Rossi-Lemeni mejor no hablo. En defensa de ésta versión diré que tiene la escena final del I Acto más impactante y tremendo que alguna vez he escuchado. Callas está divina, poderosísima. Un portento vocal y una interpretación dramática omnipotente. Sospecho que ni el mismo Bellini se habría figurado que su personaje podría llegar a ser tan real.   

La versión de estudio del 1960, también con la Orquesta de la Scala dirigida por Serafin es recomendable sobre todo por Corelli, uno de los pocos tenores capaces de darle un tono heroico a Pollione sin morir en el intento. Ludwig generalmente me parece maravillosa, pero de Adalgisa no me convence mucho, se me hace raro verla en este papel. Callas ya empieza a mostrar inestabilidad en los agudos y se le nota alguna dificultad en las agilidades, pero sigue siendo una Norma magnífica.
Si tuviese que escoger una Norma callasiana probablemente me quedaría con la versión en vivo en la Scala de 1955. Ella está perfecta. Votto consigue realzar más los matices y las sutilezas de la partitura que Serafin y construye mejor las dinámicas, dentro de las limitaciones que conlleva la orquestación belliniana, que en algunos momentos parece poco más compleja que una pieza para banda de pueblo. Del Monaco tiene los medios vocales e interpretativos para dar el tipo de Pollione, aunque a veces se pasa un poco y raya el estilo chulesco. Simionato es una Adalgisa magnífica, delicada y bondadosa sin llegar a la mojigatería y la memez, principales defectos en los que incurren las intérpretes de la jovenzuela aprendiz. Zaccaria es un Oroveso más que correcto. El sonido es bastante decente para una grabación en vivo de los cincuenta. 

La versión del 52 en Covent Garden dirigida por Gui también es interesante por recoger otro testigo de lo que era la Norma de Callas en vivo, aunque el sonido sea bastante más pobre que el de la función scaligera. Contras: La dirección es menos refinada que la de Serafin o Votto, seguimos con el problema de la decadencia vocal de Stignani – con el agravante de ser en vivo y, por ende, se hacen más llamativas sus carencias canoras – y Picchi es más bien soso e irrelevante de Pollione. Curiosidad: Clotilde es interpretada por Sutherland.  


Dejo las Normas no-callasianas para otra entrada, que si no se hace infinita. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Diga, comente, añada, opine